Esta es la historia de una mujer que se sentía triste. Buscaba la felicidad. En varias ocasiones había llamado a su puerta, pero tras correr tras ella, se le había escapado, o eso al menos pensaba ella. Esta vez partió en busca de ella siguiendo una sensación, pero pensando que a lo mejor ni la encontraría…
Partió hacia lo desconocido, haciendo caso riguroso a su afán por encontrarla, y dejando atrás todo lo que tenía : su casa, su familia, su trabajo… Después de varios días caminando, detuvo su marcha cuando a lo lejos, divisó una casa. Le llamó la atención porque se parecía bastante a la casa donde ella había pasado los veranos de su niñez, en el pueblo natal de su padre, rodeada de una valla , y donde un frondoso árbol le daba sombra. Estaba pintada de color blanco y verde, y un montón de pájaros y mariposas revolotearon al acercarse ella por el lugar.
Una gran puerta roja estaba entreabierta, y la invitaba a pasar. De pronto se maravilló por todo lo que vio en su interior, sus muebles, su decoración , la luz que entraba por sus ventanas, y olvidó todas sus tristezas… Empezó a caminar lentamente por un salón comedor, decorado con el mejor de los gustos, y un aroma a violetas la envolvió de súbito. Se sintió muy a gusto, y se preguntó de quien sería esa casa tan acogedora. De repente sintió la tentación de descansar por un momento en aquel lugar… Traspasó el salón y empezó a caminar lentamente por la alfombra que cubría el suelo. Era muy confortable y se tumbó en ella apoyando la cabeza en sus manos… cuando se recostó de lado para descansar mejor, giró su vista hacia el tapiz, y se dio cuenta que la alfombra estaba compuesta por un dibujo de unas piedras blancas distribuidas por todo el tapiz de una forma desordenada, entre árboles, arbustos y flores, que formaban a su vez un paisaje precioso… empezó a recorrer con sus manos el reborde de las piedras, acariciándolas suavemente… En una de ellas había una inscripción “Pandora, vivió 7 años, dos meses, tres semanas y dos días”. Se estremeció un poco al darse cuenta de que podría ser la lápida de alguien allí enterrado… siguió mirando el bello tapiz, y vio que las otras piedras de al lado también tenían inscripciones parecidas a la anterior … Se empezó a encontrar de repente más apenada que nunca, pues todas las inscripciones correspondían a personas de edades muy cortas, y le angustió más el pensar que todas esas personas eran niños y niñas fallecidos en edades muy tempranas … entonces pensó en sus dos hijos que había dejado atrás… y se estremeció aún más… pero ¿porqué una alfombra tan bella, contenía un sinfín de lápidas…?, sin duda, el bello paisaje de aquella alfombra era un cementerio en un lindo paraje… la verdad, muy parecido al lugar donde se encontraba… Se levantó rápidamente del suelo, pues oyó unos pasos que se dirigían hacia ella…
- Hola… - le saludó una señora con cara sonriente que acababa de entrar al salón, con un cesto cargado de flores silvestres. - ese hermoso lugar, es un cementerio, sí …
- ¡Ui! perdón, estaba cansada, encontré la puerta abierta, y entré atraída por tan bello lugar…
- Lo sé, tranquila, no pasa nada, y no estés triste por lo que estás viendo.
- Pero… - le dijo embargada en un llanto y un dolor terrible - ¿Que significan las inscripciones en las piedras?... ¿se trata de un cementerio donde hay enterrados solo niños y niñas?... ¿les pasó alguna tragedia, alguna maldición?, … es que es horroroso pensarlo …
- No mujer, no – sonrió levemente – siéntate, tranquilízate y deja ya esa tristeza que no te deja vivir… no hay ninguna maldición en ese paisaje, lo que pasa es que esa alfombra refleja una vieja costumbre de éste lugar… :
“Cuando un joven cumple 12 años, sus padres le regalan un libro con hojas blancas, como éste que tengo yo aquí, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que disfrutamos de algo intensamente, se abre el libro y se anota en él lo que fue disfrutado y el tiempo que duró ese disfrute. Por ejemplo, cuando conocí a mi amado esposo, y el tiempo que duró nuestro enamoramiento – sonrió – cuando me quedé embarazada y disfruté de los movimientos de mi bebé dentro de mí, … cuando nació mi niña y la vi por primera vez, y el tiempo que pasé con ella criándola , cuando construimos ésta bella casa con todo nuestro amor, y el tiempo que vivimos todos juntos en ella … y así vamos anotando en el libro cada momento intenso… y cuando alguien muere, es nuestra costumbre abrir su libro, y sumar todo el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su lápida. Porque ese es para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.”
- Por eso amiga mía deja ya tus tristezas a un lado, porque todo eso es tiempo perdido, y vive intensamente todo lo que tienes a tu alrededor y no busques más … pues esa felicidad está en ti misma, y en tu manera de disfrutar las cosas.
Así es que abrazó a aquella mujer y abandonó ese bello paraje, sonriente, de vuelta a todo lo que había dejado. Su felicidad.
Este cuento me lo ha inspirado Jorge Bucay... fue leer el suyo, y escribir yo éste...
ResponderEliminarCon moraleja y muy inspirador a ver si me lo grabo en la frente o me lo repito cual karma.
ResponderEliminarGracias por enseñarnos a vivir felices.